18.12.04

revuelta

Ninguna época de mayor alegría que la que nos proporcionó a María y a mí nuestra tía con su muerte.
Lucía volvía de Buenos Aires, donde había pasado tres meses. Esa noche, cuando nos acostábamos, oímos que Lucía decía a mamá:
-¡Qué extraño!... Tengo las cejas hinchadas.
Mamá examinó seguramente las cejas de nuestra tía, pues después de un rato contestó:
-Es cierto... ¿No sientes nada?
-No... sueño.
Al día siguiente, hacia las dos de la tarde, notamos de pronto fuerte agitación en la casa, puertas que se abrían y no se cerraban, diálogos cortados de exclamaciones, y semblantes asustados. Lucía tenía viruela, y de cierta especie hemorrágica que había adquirido en Buenos Aires.
Desde luego, a mi hermana y a mí nos entusiasmó el drama. Las criaturas tienen casi siempre la desgracias de que las grandes cosas no pasen en su casa. Esta vez nuestra tía -¡casualmente nuestra tía!- ¡enferma de viruela! Yo, chico feliz, contaba ya en mi orgullo la amistad de un agente de policía, y el contacto con un payaso que saltando las gradas había tomado asiento a mi lado. Pero ahora el gran acontecimiento pasaba en nuestra propia casa; y al comunicarlo al primer chico que se detuvo en la puerta de calle a mirar, había ya en mis ojos la vanidad con que una criatura de riguroso luto pasa por primera vez ante sus vecinillos atónitos y envidiosos. [...]

“Nuestro primer cigarro”_ Horacio Quiroga_
Cuentos De Amor De Locura Y De Muerte



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[no me acuerdo como era esto.... ]



LkFip.